Una de mis hijas ha terminado su carrera, en la que ha disfrutado mucho y me ronda la sospecha de que también ha contribuido a hacer más amena a sus compañeros y compañeras la diaria rutina universitaria. En cualquier caso, lo que viene aquí a cuento es que esta chavala ha salido a husmear el mundo empresarial que le esperaba y parece que le ha venido una chispa de esas que te pueden cambiar la vida. Los pocos puestos de trabajo disponibles debido a esta crisis, le han llevado a tomar un camino que le gusta, y eso que le gusta es un trabajo que se paga bastante decentemente si su formación llega a buen término —cosa que no dudo. Y lo que le gusta a ella es todo lo relacionado con la gestión de un hogar o una residencia, bien sea particular, bien sea comercial, como por ejemplo un hotel, etc. Y ni corta ni perezosa se ha incorporado a uno de esos hogares escuelas en los que, además de hacer trabajos prácticos y cobrar algo por ello,te pones a punto para sacar adelante lo que todos tenemos como más importante en nuestra vida personal y – no sé porqué extraña razón -, como algo despreciable en la vida social: la gestión doméstica, o lo que es igual para casi todos los mortales, la gestión del hogar. Lo cuál incluye también cosas que requieren estudios más allá de lo que se piensa, como la contabilidad, y si no que se lo pregunten a las amas y amos de casa. Porque llegar a fin de mes con un presupuesto raspadillo pudiendo haber completado todos los menús sin tener que robar en el supermercado, es algo que recuerda a la chistera del mago. Y ahí ha encontrado precisamente lo que Ken Robinson, un apasionado de la revolución educativa, denomina su 'Elemento'.
Esta chica es ahora una de esas personas que como, dice Ken Robinson, «…aman lo que hacen, y no se imaginan haciendo ninguna otra cosa. [...] Frecuentemente, nos encontramos con gente que no disfruta haciendo lo que hacen; simplemente pasan sus vidas acostumbrándose. No reciben gran placer de lo que hacen. Lo sufren en vez de disfrutarlo. Esperan al fin de semana.»
Así que sirvan estas líneas en la primera entrada de este blog, para felicitar a una hija que —yo lo sé bien — ha luchado para encontrar lo que quería sin saberlo: su 'Elemento'
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